La Ciencia de la Conservación y la Restauración nace a partir de la necesidad de preservar y mantener los bienes culturales y el patrimonio, que dota de identidad, memoria e historia a los pueblos.
La misma puede puede aplicarse en diversas disciplinas como pintura, escultura y arqueología, entre otras. Respetando la instancia histórica y estética de los bienes culturales, la conservación y restauración ayuda a la consolidación de estos objetos patrimoniales facilitando su permanencia en el tiempo.
Esta técnica se encuentra estrechamente vinculada con la Historia del Arte y es fundamental el trabajo en conjunto de ambas disciplinas.
Dentro del ámbito de los documentos gráficos existen diferentes soportes paleográficos a los que se ha acudido para escribir, contener y mantener vigente nuestra historia. Entre ellos se encuentran el papiro, las tablillas de arcilla, el pergamino y el papel.
A su vez los libros surgen posteriormente como una herramienta “tecnológica” para conservar en mejores condiciones los papeles o pergaminos que los conforman y su contenido mediante la composición de códices de los cuales deriva el formato que conocemos actualmente.

Papel

El papel como Soporte Paleográfico.

Libro – Códice como tecnología para la conservación

Pergamino

Soporte Paleográfico

Restauración Diario de Guerra

Restauración y puesta en valor del Diario de Guerra de Josep María Cuyas (1936 – 1939) Museo de Badalona

Museo del Papel

Museo del papel en Capellades, Cataluña.


PAPEL

El papel nace en China hace mas de 2000 años y es uno de los inventos que más ha aportado al desarrollo humano, sirviendo como soporte y resguardo de la memoria colectiva y del conocimiento.
Conforma un recipiente de información que refleja la comunicación a través de textos, ilustraciones y saberes. Hasta su invención se solía escribir en tablillas de barro con cuñas, lo que se conoce también como escritura cuneiforme, de la cual se tiene muchos indicios en la antigua Mesopotamia.
En principio, la fabricación del papel fue a base de residuos de tela, cáñamo, seda, arroz o algodón que se remojaban y cocían con agua de cal para obtener una pasta que se depositaba en tinas, de donde se extraía con ayuda de un cedazo o formadora (bastidor con un entramado de fibras vegetales o bambú). Con el paso del tiempo las técnicas de fabricación continuaron perfeccionándose hasta llegar al papel moderno que se conoce en la actualidad.
El papel se fabricó por primera vez en China, en el año 105 d.C, como soporte en sustitución de la seda. La hoja se formaba y prensaba, secándose al sol o al horno. Luego era encolada con compuestos obtenidos de la cocción de vegetales o almidones, y finalmente su superficie era bruñida otorgándole así homogeneidad y suavidad.
Los papeles mas antiguos provienen de diferentes lugares de China, llegando a Japón hacia el año 600. Desde allí se extendió por Asia siguiendo las rutas que conectaban el Pacífico con el Mediterráneo. El secreto de su fabricación continuó siendo una incógnita hasta el año 751, cuando los turcos volvieron prisioneros a un grupo de papeleros chinos. Los árabes se encargaron de divulgar el proceso de fabricación del papel por el Mediterráneo, desde Samarcanda hasta el norte de África, desde donde ingresó a la Península Ibérica en el Siglo X. Gracias a las grandes conquistas Árabes del siglo XI, su uso de propagó a lo largo de Europa Occidental, creando así los primeros molinos papeleros. El primer documentado en Europa se localizaba en Játiva, Valencia, en torno al año 1056, denominado Centro Europeo de la fabricación del papel de algodón o «Carta Bombiciana» y posteriormente en Toledo sobre el año 1085, por lo que España fue el primer país de Occidente en conocerlo y utilizarlo. El Misal de Silos del año 1000, es el manuscrito europeo escrito mas antiguo del que se tiene registro.
A Italia el papel llegó en el siglo XIII, comenzando su producción en Fabriano en el año 1276 y en Francia hacia el año 1326 en Richard – de -Bas. Inglaterra no conoció otro papel más que el importado hasta finales del siglo XV, cuando comenzó a fabricarlo con ayuda de la corona en el taller de John Tate, cerca de Stevenage en Hertfordshire.
Los papeles occidentales, a diferencia de los orientales, se fabricaban a partir de trapos viejos de lino, cáñamo y algodón, seleccionados y separados por calidades, reducidos previamente en pequeños jirones. Luego de un periodo de maceración, en el molino se sometía esta pasta a una acción mecánica, ayudada por mazos y cuchillas para obtener la pulpa, que posteriormente se desleía en una pila con agua de donde era extraída para comenzar la producción de las hojas o pliegos con una formadora. Cada hoja era prensada entre fieltros y luego secada al aire, tendidas.
Como producto final, la hoja del papel obtenida eran un conjunto de fibras entrelazadas entre las que había una cantidad de aire variable, con un aspecto poroso, poco denso, muy absorbente y fuertemente hidrófilo. Para mejorar las características físicas y evitar que la tinta se extendiera por la superficie, se añadían colas, gelatinas de origen animal y finalmente cada pliego era satinado.


LIBROS

El libro nace como tecnología o herramienta de conservación con el fin de proteger el papel y así su contenido. Ahora estructurado en forma de códice, con cubiertas o tapas duras, muchas veces de cuero y un cosido que aunaba sus partes, facilitaba el acceso, manipulación y traslado del conocimiento.
La tablillas de arcilla fueron los antecedentes más cercanos a los libros, extendiéndose por los actuales territorios de Siria, Irak, Jordania, Líbano, Israel, Turquía, Creta y Grecia, y en algunas zonas siguieron en uso hasta el comienzo de la era cristiana.
El códice, mas propicio para la lectura, reemplaza al antiguo formato propiciado para la lectura, donde partes de pergamino o papiro unidos se escribían, enrollaban y desenrollan para acceder a su contenido. En oposición, códice se conformaba como un conjunto de hojas de diversos materiales, ya sea papel o pergamino, con uno o más dobleces unidos, unidas en su parte posterior o lomo mediante un estructurado cosido, y protegido posteriormente por cubiertas.
Esta nueva forma de aunar los soportes paleográficos tenía considerables ventajas prácticas sobre el formato rollo: facilitaba la lectura, siendo mas sencillo y práctico pasar página, utilizando convenientemente solo una mano y mejorando la postura del lector. A su vez, era un dispositivo compacto y menos costoso, ya que tanto el anverso como el reverso de la hoja podían usarse para escribir o imprimir, a diferencia del rollo, y siendo fácil de trasladar.
Luego de una primera etapa marcada por la producción artesanal de los libros, la imprenta, nacida en el año 1440, marca no solo el fin de la Edad Media, sino un antes y un después en la producción, ahora seriada, de libros impulsando una autentica revolución cultural.


PERGAMINO

La existencia del pergamino se estima gracias a excavaciones que enuncian una antigüedad de entre 2700 y 2500 años. Ya en el siglo II era utilizado por los griego, siendo entre los siglo IV y XV el soporte gráfico utilizado por excelencia. Su fabricación fue casi exclusiva en monasterios, hasta el siglo XIII. Luego de esta fecha comenzaron a crearse gremios de pergamineros en las principales ciudades. El pergamino es un material de origen proteico, obtenido por la disecación y tratamiento de la piel de ciertos mamíferos, especialmente las cabras y corderos, aunque también se ha utilizado piel de terneros y ovejas para su confección, con la finalidad de crear un soporte más resistente que el papiro.
La estructura del pergamino está conformada por grupos de fibras, en su mayoría, proteínas de colágeno que crean una red compacta, resistente y elástica. Morfológicamente pueden dividirse en tres capas: Epidermis o capa exterior, Hipodermis o capa interior, y entre ambas se encuentra la dermis, un paquete fibroso del que se obtiene el cuero y el pergamino.
Para su producción con la piel del animal se sigue un proceso de eliminación de la epidermis y la hipodermis, sirviéndose solo de la dermis. Mediante el estiramiento final se consiguen las hojas con las que se elabora un libro, una filacteria o los rollos que se conocen desde la Antigüedad.
En cuanto al proceso de fabricación sabemos que consistía en el trabajo sobre las pieles de los animales ya desollados, secadas al sol o conservadas en salmuera. En este momento se sumergían en agua para conseguir su hidratación y flexibilización durante un periodo que abarcaba entre 12 y 40 días, a lo que le seguía un adobe de cal viva que facilitaría la separación de la dermis. El proceso de limpieza concluía trabajando las pieles mecánicamente con cuchillas. Finalmente el pergaminero clavaba la piel en un marco con tacos de madera y procedía a su rebajado hasta conseguir el grosor de pergamino deseado. El proceso de secado se realizaba en el mismo bastidor, donde la piel se deshidrataba lentamente. Durante este tiempo los pergaminos iban perdiendo volumen al acentuarse la tensión que ejercía el marco sobre la pieza. La combinación de deshidratación y tensión provocaba un reordenamiento de las fibras, transformando su estructura amorfa en una estructura ahora laminar.
Como resultado se obtenía una rígida pero resistente superficie que reemplazó al papiro como soporte paleográfico por excelencia. Una vez seco, el pergamino se pulía con una piedra pómez y talco para cerrar los poros y conseguir así una superficie apta para recibir en su corpus ilustraciones y texto escrito.
En relación al papiro, el pergamino suponía algunas ventajas, por ejemplo, el pergamino era un soporte más resistente al deterioro por causa de los insectos. En él podía escribirse por las dos caras y en cualquier dirección y su dureza permitía la corrección de errores mediante un suave raspado del soporte. A su vez, podía coserse y plegarse, y era según la zona geográfica, más abundante y fácil de producir que el papiro, con lo cual, los voluminosos rollos de las bibliotecas se convirtieron poco a poco en códices.


Restauración del Diario de Guerra – 1936 -1939 – Josep María Cuyas i Tolosa

El trabajo de investigación se abordó la estrecha relación que existe entre la historia del arte, la conservación y la restauración de bienes culturales, en pos de la protección y resguardo del patrimonio material que conforma la memoria y la identidad de los pueblos.
Se tomó como caso de estudio el Diario de Guerra del historiador catalán José María Cuyàs i Tolosa, quien documentó los acontecimientos ocurridos durante la Guerra Civil Española (1936-1939) en Badalona en un diario que se ha vuelto fuente histórica y patrimonio de la ciudad, conformando el acervo del archivo que lleva su nombre, en el Museo de Badalona.

El proceso de restauración que han recibido las páginas a casi 90 años de su escritura fue realizado en el marco del curso de Restauración y Conservación de documentos gráficos en la escuela ECORE, Barcelona, bajo la debida supervisión de los profesores. En sus páginas incineradas se brinda testimonio de las dolencias de un pueblo que resistió durante años las vivencias de la guerra.

Intentando remarcar la importancia del trabajo en conjunto de ambas disciplinas (Historia del Arte y Restauración) para la protección del legado cultural de los pueblos y con ello, la preservación de la memoria e identidad de cada comunidad, invitó a su lectura.

Acceso a la trabajo de investigación:
¿Cómo se restaura la memoria?
Banco de tesis FDA / Universidad Nacional de La Plata. Argentina.


Museo Molino Papelero – Capellades, Catalunya.

El Museo del Papel se encuentra situado en Capellades, en el edificio del antiguo molino papelero también llamado “Molino de la villa», ubicado junto a la «Bassa», fuente natural de la que brota un caudal de 12 millones de litros de agua diarios, que se utilizaba como energía para el funcionamiento de los 16 molinos papeleros que trabajaban en la zona. Gracias a esta abundancia hídrica y a la situación geográfica privilegiada, cercana a grandes núcleos de población y bien comunicada, Capellades y su entorno (la Pobla de Claramunt, Carme, Sant Pere de Riudebitlles) construyeron uno de los centros papeleros más importantes de España durante los siglos XVIII y XIX. El papel de esta zona, en espacial el papel de barba y el papel de fumar, se vendía a gran parte del mercado español y de las colonias de América.

Actualmente se considera uno de los museos más importantes a nivel internacional que se ocupe de esta temática. Su colección se basa en la maquinaria utilizada antiguamente para la confección del papel tradicional y papeles y documentos desde el Siglo XIII. A su vez, forma parte del Museo de Ciencia y Técnica de Cataluña.

La exposición principal cuenta de forma breve la historia del papel y su elaboración en los sistemas tradicionales según las tecnologías empleadas en el siglo XVIII. En el sótano actualmente continua fabricándose papel de manera artesanal, invitando a los visitantes a observar el proceso de producción del papel o incluso la posibilidad de fabricarlo por si mismo.

Los molinos papeleros tuvieron cierta importancia económica durante el siglo XVIII en Cataluña. Con la aparición de nuevas tecnologías, que aprovechaban el agua del río como fuente de energía comenzaron a cerrar progresivamente. Los últimos cerraron sus puertas entre los años 1908 y 1910.

En 1941 Antonio Romaní i Caballé y Llorenç Miquel Serra establecieron contacto con antiguos industriales del papel con el objetivo de crear un museo que englobe esta temática. Con la colaboración del Ayuntamiento de Capellades y el gremio de fabricantes de papel de Cataluña, el museo se funda en el año 1958, abriendo sus puertas en 1961.

Página oficial del Museo Molinero de Capellades